Reflexión
Era un dia luminoso y caliente.-
Una ostra se expandió en la arena tibia a disfrutar de los rayos del sol.
Había abierto su caparazón para gozar y se encontraba muy a gusto.
Pero una grulla pasó por allí y al ver las facilidades que daba la ostra,
aprovechó para meter su largo pico y saborear la sabrosa carne.
Pero cuando la ostra sintió el lacerante dolor en sus carnes por el pico de
la grulla, automáticamente cerró su caparazón y la grulla quedó atrapada.
La postura resultaba sumamente incómoda para los dos animales. La ostra no
podía terminar de cerrarse y la grulla no podía sacar el pico.
Pero ninguno de los dos animales quería ceder.
La grulla no estaba dispuesta a abandonar su presa y la ostra no lo estaba
a liberar a su agresora.
Ninguna quería hacer concesiones. La grulla amenazó:
- Si no me sueltas te vas a morir deshidratada.
La ostra replicó:
- También tú morirás de hambre.
Durante horas la grulla y la ostra estuvieron discutiendo y recíprocamente
amenazándose.
No había manera en que se pusieran de acuerdo. Por la tarde pasó por allí
un pescador y las vió discutiendo e increpándose.
El hombre se rió a mandíbula batiente. Tomó a la ostra y a la grulla y se
las llevó a su casa.
Siendo cocinadas por el pescador, todavía seguían discutiendo y forcejeando
hasta el último aliento.
Moraleja
Nada provechoso deriva de las polémicas, las discusiones y las reyertas.
Incluso los vencedores son también los vencidos. Así se malgastan las
mejores energías e incluso la vida. Lo más hermoso florece cuando hay
concordia y reconciliación, y el veneno puede así transmutarse en bálsamo,
y la pócima en néctar.
Una ostra se expandió en la arena tibia a disfrutar de los rayos del sol.
Había abierto su caparazón para gozar y se encontraba muy a gusto.
Pero una grulla pasó por allí y al ver las facilidades que daba la ostra,
aprovechó para meter su largo pico y saborear la sabrosa carne.
Pero cuando la ostra sintió el lacerante dolor en sus carnes por el pico de
la grulla, automáticamente cerró su caparazón y la grulla quedó atrapada.
La postura resultaba sumamente incómoda para los dos animales. La ostra no
podía terminar de cerrarse y la grulla no podía sacar el pico.
Pero ninguno de los dos animales quería ceder.
La grulla no estaba dispuesta a abandonar su presa y la ostra no lo estaba
a liberar a su agresora.
Ninguna quería hacer concesiones. La grulla amenazó:
- Si no me sueltas te vas a morir deshidratada.
La ostra replicó:
- También tú morirás de hambre.
Durante horas la grulla y la ostra estuvieron discutiendo y recíprocamente
amenazándose.
No había manera en que se pusieran de acuerdo. Por la tarde pasó por allí
un pescador y las vió discutiendo e increpándose.
El hombre se rió a mandíbula batiente. Tomó a la ostra y a la grulla y se
las llevó a su casa.
Siendo cocinadas por el pescador, todavía seguían discutiendo y forcejeando
hasta el último aliento.
Moraleja
Nada provechoso deriva de las polémicas, las discusiones y las reyertas.
Incluso los vencedores son también los vencidos. Así se malgastan las
mejores energías e incluso la vida. Lo más hermoso florece cuando hay
concordia y reconciliación, y el veneno puede así transmutarse en bálsamo,
y la pócima en néctar.
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