miércoles, mayo 18, 2005

La Flor

Había una joven muy rica, que tenía de todo, un marido maravilloso, hijos perfectos, un empleo que le daba muchísimo bien, una familia unida.

Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su vida siempre estaba deficitaria en alguna área.

Si el trabajo le consumía tiempo, ella lo quitaba de los hijos, si surgían problemas ella dejaba de lado al marido... Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después. Hasta que un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo: Una flor rarísima, de la cual sólo había un ejemplar en todo el mundo. Y le dijo: - Hija, esta flor te va a ayudar mucho, ¡mas de lo que te imaginas! Tan solo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando, y a veces conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y esas maravillosas flores.

La joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas, la flor era de una belleza sin igual.

Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida, que continuaba confusa, no le permitía cuidar de la flor. Ella llegaba a casa, miraba la flor y las flores todavía estaban allá, no mostraban señas de flaqueza o muerte, apenas estaban allá, lindas, perfumadas. Entonces ella pasaba de largo.

Hasta que un día, sin más ni menos, la flor murió. Ella llegó a casa y se llevó un susto! Estaba completamente muerta, su raíz estaba reseca, sus flores caídas y sus hojas amarillas. La joven lloró mucho, y contó a su padre lo que había ocurrido.

Su padre entonces respondió: Yo ya me imaginaba que eso ocurriría, y no te puedo dar otra flor, porque no existe otra flor igual que esa, ella era única, al igual que tus hijos, tu marido y tu familia. Todos son bendiciones que el Señor te dio, pero tú tienes que aprender a regarlos, podarlos y darle atención, pues al igual que la flor, los sentimientos también mueren. Te acostumbraste a ver la flor siempre allí, siempre florida, siempre perfumada, y te olvidaste de cuidarla.

Cuida a las personas que amas! Y tú? Vas cuidando las bendiciones que Dios te ha dado? Acuérdate siempre de la flor, pues las Bendiciones del Señor son como ella, Él nos da, pero nosotros tenemos que cuidar.

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