5 PERMISOS ESENCIALES
ESTOS CINCO PERMISOS ESENCIALES
CONDICIONAN NUESTRO "SER PERSONA".
Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de
ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar
que otro determine dónde yo debería estar o cómo
debería ser.
Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que
siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en
mi lugar.
Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo que
pienso y también el derecho de decirlo, si quiero,
o de callármelo, si es que así me conviene.
Me concedo a mí mismo el permiso de correr los
riesgos que yo decida correr, con la única
condición de aceptar pagar yo mismo los precios de
esos riesgos.
Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que
yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar
que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.
Sabemos que sin ser auténticos nunca podremos
ser felices. Nos damos cuenta de que no ser
quienes somos nos ocasiona sufrimiento y
consume nuestra energía creativa tratando de
sostener los roles prefijados. Nos quejamos
de la falta de contacto afectivo sincero con
nuestros seres queridos. Y en gran medida,
somos nosotros mismos los que no nos animamos
a ser quienes verdaderamente somos...
La pregunta obvia persigue a los individuos
desde el comienzo de la civilización
incluyendo a filósofos, psicólogos y sociólogos:
¿qué nos impide ser auténticos?
La respuesta también es obvia: El miedo.
Y más precisamente, todos los hábitos evitativos
y paralizantes que hemos adquirido como
consecuencia del anclaje en algún miedo, propio
o ajeno.
El miedo es, entonces, causa y consecuencia
de la conducta neurótica, y, hasta cierto punto,
también su definición. El miedo condiciona,
limita, restringe, achica y distorsiona nuestras
vidas.
¿Seremos capaces de reírnos de nuestro peor
enemigo? MIEDO
"Tu mayor responsabilidad no está orientada
hacia el afuera sino hacia ti mismo, para
que alumbres tu vida con tu propia luz"
Jorge Bucay
CONDICIONAN NUESTRO "SER PERSONA".
Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de
ser quien soy, en lugar de creer que debo esperar
que otro determine dónde yo debería estar o cómo
debería ser.
Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que
siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en
mi lugar.
Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo que
pienso y también el derecho de decirlo, si quiero,
o de callármelo, si es que así me conviene.
Me concedo a mí mismo el permiso de correr los
riesgos que yo decida correr, con la única
condición de aceptar pagar yo mismo los precios de
esos riesgos.
Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que
yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar
que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.
Sabemos que sin ser auténticos nunca podremos
ser felices. Nos damos cuenta de que no ser
quienes somos nos ocasiona sufrimiento y
consume nuestra energía creativa tratando de
sostener los roles prefijados. Nos quejamos
de la falta de contacto afectivo sincero con
nuestros seres queridos. Y en gran medida,
somos nosotros mismos los que no nos animamos
a ser quienes verdaderamente somos...
La pregunta obvia persigue a los individuos
desde el comienzo de la civilización
incluyendo a filósofos, psicólogos y sociólogos:
¿qué nos impide ser auténticos?
La respuesta también es obvia: El miedo.
Y más precisamente, todos los hábitos evitativos
y paralizantes que hemos adquirido como
consecuencia del anclaje en algún miedo, propio
o ajeno.
El miedo es, entonces, causa y consecuencia
de la conducta neurótica, y, hasta cierto punto,
también su definición. El miedo condiciona,
limita, restringe, achica y distorsiona nuestras
vidas.
¿Seremos capaces de reírnos de nuestro peor
enemigo? MIEDO
"Tu mayor responsabilidad no está orientada
hacia el afuera sino hacia ti mismo, para
que alumbres tu vida con tu propia luz"
Jorge Bucay
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