viernes, abril 11, 2008

Todo tiene un final, nada dura para siempre...

Hola amig@s visitantes de mi blog. Pues he iniciado una nueva etapa en otro sitio, por lo cuál, este espacio de Blogger que me ha prestado durante 3 años (que increíble que gracias a Yadi, llegue a sumergirme en el mundo de los bloggers) y que en Febrero los cumplió, sin hacerle fiesta ni nada, concluye sus servicios.
Ahora me he mudado a Wordpress, que es mucho más versátil y con muchas funciones, sobre todo la de hacer ping que me daba mucha lata hacerlo de forma manual (gran defecto de Blogger).
En fin la nueva dirección donde estaré es:

Allí continuaré con mis reflexiones y fotos. Aún no lo manejo a la perfección, sobre todo el asunto de colocar los botones donde estoy suscrito (es decir Veneblog, Blogalaxia, etc), si alguien es tan amable de indicarme como colocarlos se lo agradeceré eternamente.
Gracias de verdad a todos esos visitantes que las estadisticas sobrepasaron mis expectativas y gracias a todos los amigos que he ido conociendo a la largo de este tiempo por este medio bloguero.
Con afecto.
Gus er Curita

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jueves, abril 10, 2008

“El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”

Nuestro Salvador, en la última cena, la noche que le traicionaban, instituyó el sacrifico eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria venidera.

Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la Palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, “Dios sea todo en todos” (1C 15,28).

Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Sagrada Liturgia (Sacrosanctum Concilium), 47-48

miércoles, abril 09, 2008

El Discurso del Pan de Vida

La Eucaristía en el Evangelista San Juan

El texto eucarístico más directo del Evangelio de Juan es el discurso del pan de vida que está en el capítulo 6.

Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá más hambre: el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero vosotros, como ya os he dicho, no creéis, a pesar de haber visto. Todos los que me da el Padre vendrán a mí, y yo no rechazaré nunca al que venga a mí. Porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y su voluntad es que yo no pierda a ninguno de los que el me ha dado sino que los resucite en el último día. Mi Padre quiere que todos los que vean al Hijo y crean en él, tengan la vida eterna, y yo los resucitaré en el último día.
Jn 6,35-40

En esta primera parte del discurso (versículos 26-50) el pan de vida aparece referido al mensaje de Jesús, a su vida y su palabra. Comer el pan es una metáfora para significar el creer: come de este pan el que cree en Jesús. Se requiere una comunión por la fe con Jesús para tener la vida eterna que viene del Padre.

Este es un pan que sacia definitivamente. La sabiduría antigua, centrada en la Ley y la fidelidad en su cumplimiento dejaba una continua insatisfacción. En cambio, en lo que promete Jesús encuentra el hombre satisfacción plena. Jesús ya no centra nuestra vida en la búsqueda de la propia perfección (por la fidelidad a la ley), sino en entregarnos a él (por la fe en su palabra) y así nuestra hambre es saciada en él.

Esta sabiduría nueva proviene del designio del Padre, está marcada con el sello de lo eterno y no pasará. Por eso el que cree en Jesús tiene vida eterna y resucitará con él. La expresión "el último día" hace referencia tanto a la resurrección de Jesús (su último día) como a la del cristiano (nuestro último día). Creer en Jesús significa comenzar a participar ya en este mundo de la vida plena de Jesús resucitado que tendremos definitivamente más allá de nuestra propia muerte.
La carne de Jesús, pan de vida

En la segunda parte del discurso (versículos 51-65) Juan profundiza aún más en las ideas anteriores dándoles un sentido sacrificial y eucarístico.

Mi carne es verdadera comida. Mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en él. El Padre, que me ha enviado, posee la vida, y yo vivo por él. Así también, el que me coma vivirá por mí. Este es el pan que ha venido del cielo; no como el pan que comieron vuestros padres. Ellos murieron; el que coma de este pan, vivirá para siempre.
Jn 6,55-58

De nuevo aparecen los mismos temas que vimos en la primera parte: la superación del Antiguo Testamento y la vida eterna que se consigue comiendo el pan de vida. Pero ahora el pan es referido a la carne de Jesús. No se trata ya simplemente de creer en él sino de comer su carne.

Aparece ya con claridad la referencia a la Eucaristía. Jesús se da como pan y vino que se come y bebe en el banquete sacrificial. La Eucaristía se une así a la muerte redentora de Cristo que dará su cuerpo y su sangre para la vida del mundo. Lo primario no es la Eucaristía, sino la entrega personal de Jesús hasta la muerte. La carne de Jesús es aquí el compendio de una doble donación: el Padre entrega al Hijo al enviarlo en carne y el Hijo entrega esa misma carne como medio de comunicación de la salvación y la vida que en él se contiene. En la participación eucarística el cristiano se une a esa vida nueva dada por Jesucristo.

Finalmente podemos observar el paralelismo entre la estructura de este discurso y la de nuestras celebraciones. En primer lugar tenemos la presencia de Cristo actuante por su palabra, pan de vida dado por el Padre; en segundo lugar la presencia de Cristo que se entrega a sí mismo, pan vivo, a través de su carne y sangre entregada hasta la muerte y compartida en el Espíritu para participar de su resurrección y su vida nueva. De este modo vemos como en el discurso queda reflejada ya la celebración litúrgica de la Iglesia.
El lavatorio de los pies

Hasta aquí Juan ha hecho una magnífica exposición en su evangelio del misterio eucarístico. Sin embargo es precisamente el Evangelio de Juan el único que omite el relato de la institución de la Eucaristía en la última cena poniendo en su lugar la escena del lavatorio de los pies.

Ante este hecho, y antes de ver el sentido del lavatorio de los pies, debemos darnos cuenta que la no inclusión de la escena de la institución de la eucaristía no obedece a un olvido o a un desgraciado accidente. Juan realiza aquí una omisión consciente y deliberada. La intención del evangelista es luchar contra el peligro de una interpretación mágica e individualista de la Eucaristía. Si de nuestra Eucaristía no brota una auténtica solidaridad, una auténtica fraternidad, posiblemente estemos degradando la memoria de Jesús. Con la narración del lavatorio de los pies Juan no pretende sustituir la institución de la Eucaristía, sino transmitir su sentido más profundo.

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
-¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.
Jn 13,12-15

El lavatorio de los pies, acción humillante y propia de esclavos, es el símbolo de la persona de Jesús y su actuación, de su entrega radical que incluye la Eucaristía. Cristo es el sacramento primordial y la eucaristía es la revelación de Cristo y de su amor a los suyos hasta el extremo, así como la respuesta de éstos en la fe y en la caridad. No se trata simplemente de un ejemplo moralizante, sino del símbolo de la entrega de Cristo y de sus discípulos que es celebrada en la Eucaristía.

Es el mismo Señor quien, con el pan y la copa, nos dice: "haced esto en memoria mía", y quien, como esclavo a los pies de los hermanos, nos dice "también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros". Eucaristía y fraternidad son las dos caras de una misma moneda.

Celebrar la Eucaristía es, por tanto, tomar parte en la carne humillada de la entrega total del Hijo y exaltada por la obra transformadora del Espíritu, ser injertados en la vida para dar frutos de amor en el mundo

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martes, abril 08, 2008

Eugenesia: Nostalgia de la vida perfecta

Los minusválidos somos personas con derechos sólo si tenemos más de nueve meses de vida -por ahora eso nos libra de la selectiva muerte a algunos-, quienes tienen sólo horas, días, semanas o unos pocos meses, son seleccionados y cribados por científicos enloquecidos

Este artículo está escrito tecleando sólo con la mano izquierda sobre un teclado de ordenador. No es esta una forma muy usual de comenzar un escrito, pero es que creo que cuando se habla de eugenesia la forma es tan importante como el fondo. Y digo esto, porque cuando se decide eliminar a personas que padecen alguna minusvalía, desgraciadamente es la estética y no la ética lo que prima, el continente destaca sobre el contenido. Si escribo esto con una sola mano es porque padezco una hemiplejia lateral derecha y, sí, soy minusválido de nacimiento, ¡nací! pues afortunadamente mis padres me acogieron con amor.

Voluntariamente renunciaré al empleo de argumentos jurídicos, morales, médicos o filosóficos para denunciar la eliminación sistemática de personas que supone el desmembrar a un inocente desvalido por no alcanzar la perfección física y psiquica mínima establecida, que esto y no otra cosa es la práctica de la eugenesia contra el deficiente. Únicamente utilizaré un argumento: el de la sencilla y dramática verdad.

Es minusválido o disminuído, aquella persona a la que puedes encontrarte entre una multitud, y se le señala por su diferencia intelectual o corporal. Puede ser un parapléjico que utilice para desplazarse una silla de ruedas, entonces su disminuido perfil rodante se nos hace evidente por entre los viandantes de una acera en cualquiera de nuestras ciudades. También puede ser una niña con Síndrome de Down que con su particular morfología facial y sus ojos achinados, te sonríe con dulzura. E incluso, puedes encontrarte conmigo, sin duda me reconocerás por un andar un tanto vacilante e inclinado hacia la izquierda, mi pierna derecha arrastra un poco al andar y si te adelanto mi mano para saludarte con mi mano derecha tal vez mi apretón no sea todo lo cálido y fuerte que deseara, ya que a veces esta mano me falla un poco en mis movimientos, pero no importa, te saludaré igual de afectuosamente. Muchas personas somos diferentes en el cuerpo o en el coeficiente intelectual, nuestro físico o nuestro intelecto no alcanza el canon de lo válido, de lo perfecto. Quizás tengas lástima de nosotros, pienses que una vida sin andar de forma autónoma, que nuestros movimientos torpes nos hacen desgraciados, pero no te equivoques, nuestra vida es plena, feliz y luminosa. Los débiles estamos llenos de fuerza y de vitalidad, te lo aseguro. Y recordamos a todos que la vida es maravillosamente imperfecta.

Y ¿qué hace la eugenesia?, muy sencillo: si el análisis prenatal del niño en su estadío embrionario o fetal no cumple las expectativas, no se le implanta en el útero de su madre para que siga creciendo o si ya lo está, se le tritura en trocitos pequeños para tirarlo a la basura o dedicar sus tejidos a la experimentación. Esto hace que haya dos tipos de seres: los válidos y los inválidos. A los primeros se les otorga la dignidad de humanos, a los segundos se nos elimina como deshechos sociales, somos un mero desperdicio biológico, un error de la naturaleza.

Los minusválidos somos personas con derechos sólo si tenemos más de nueve meses de vida -por ahora eso nos libra de la selectiva muerte a algunos- , quienes tienen sólo horas, días, semanas o unos pocos meses, son seleccionados y cribados por científicos enloquecidos ansiosos de nuestros páncreas para acabar con la diabetes, de nuestros cerebros para acabar con el Alzheimer. como nuevos dioses algunos médicos desalmados deciden quién vive y quién no, quien merece un útero para crecer y quién un congelador. El gobierno y los legisladores en general nos han abandonado a nuestra suerte, y esperan que los avances científicos a costa de nuestra vida tronchada les otorguen la dirección de una nueva raza de superhombres inmortales, quienes ya no padecerán enfermedad, dolor o muerte, y eso tiene un precio: el exterminio sistemático de los minusválidos. La sociedad asiste embrutecida e impávida al holocausto del aborto y de la selección de embriones, y la eliminación de minusválidos es legal y está ampliamente extendida desde hace años.

Una sola mano me ha bastado para escribir esto, y un solo dedo me basta para señalarte y decirte ¿tú vas a hacer algo para impedirlo?

Revista Arbil nº 71-72
Por: Daniel Arnal Meseguer

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miércoles, abril 02, 2008

Benedicto XVI pide a la Iglesia seguir enseñanzas y ejemplo de Juan Pablo II (ACI)

VATICANO, 02 Abr. 08 (ACI).-Al presidir una solemne Eucaristía por el tercer aniversario de la muerte del Siervo de Dios Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI pidió a la Iglesia seguir las enseñanzas y el ejemplo del fallecido Pontífice, que encarnó en su vida la frase evangélica "No tengáis miedo" y mostró "el secreto de toda la vida cristiana".

Ante las 40 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Papa recordó a su antecesor como un hombre de "cualidades humanas y sobrenaturales" y destacó su "excepcional sensibilidad espiritual y mística".

"Bastaba observarlo mientras rezaba: se sumergía literalmente en Dios y parecía que en aquellos momentos todo el resto le resultase extraño. La Santa Misa, como repetía con frecuencia, era para él el centro de cada jornada y de toda la existencia. La realidad 'viva y santa' de la Eucaristía le daba la energía espiritual para guiar el Pueblo de Dios en el camino de la historia", indicó en la Misa concelebrada por el Colegio Cardenalicio.

El Santo Padre señaló que el Pontificado de Juan Pablo "en su conjunto y en tantos momentos específicos, es como un signo y un testimonio de la Resurrección de Cristo. El dinamismo pascual, que hizo que la vida de Juan Pablo II fuese una respuesta total a la llamada del Señor, no podía expresarse sin la participación en los sufrimientos y en la muerte del divino Maestro y Redentor".

El Papa señaló que las palabras del Evangelio de la misa de hoy "No tengáis miedo", que dirige el ángel de la resurrección a las mujeres en el sepulcro vacío, "se convirtieron en una especie de lema en los labios del Papa Juan Pablo II desde el inicio solemne de su ministerio petrino".

Estas palabras, "las pronunció siempre con inflexible firmeza, alzando el bastón pastoral que culmina en la Cruz y después, cuando sus energías físicas iban disminuyendo, casi como aferrándose a él, hasta aquel último Viernes Santo, en el que participó en el Via Crucis desde la capilla privada, estrechando la Cruz entre sus brazos. También aquella elocuente escena de sufrimiento humano y de fe, indicaba a los creyentes y al mundo el secreto de toda la vida cristiana", recordó.

También afirmó que conforme "era despojado de todo, al final incluso de la misma palabra, su confianza en Cristo se mostró con gran evidencia. Como sucedió con Jesús, también para Juan Pablo II, al final las palabras cedieron su lugar al extremo sacrificio, al don de sí. Y la muerte fue el sello de una existencia entregada totalmente a Cristo, conformada a Él también físicamente en los rasgos del sufrimiento y del abandono confiado en los brazos del Padre celestial".

Asimismo, recordó que hoy se inaugura el primer congreso mundial sobre la misericordia divina para "profundizar el rico magisterio" de Juan Pablo II sobre ese tema.

"La misericordia de Dios es una de las claves de lectura de su pontificado. Quería que el mensaje del amor misericordioso de Dios llegase a todos los seres humanos y exhortaba a los fieles a ser testigos", explicó Benedicto XVI.

Agregó que "el Siervo de Dios Juan Pablo II vivió y conoció personalmente las grandes tragedias del siglo XX y se preguntó durante mucho tiempo qué podía frenar la marea del mal. La respuesta se encontraba en el amor de Dios. Solo la Divina Misericordia puede poner límite al mal; solo el amor omnipotente de Dios puede desbaratar la arrogancia de los malvados y el poder destructor del egoísmo y el odio".

El Santo Padre agradeció a Dios por "haber dado a la Iglesia a este servidor fiel y valiente" y a la Virgen María por "velar incesantemente sobre su persona y su ministerio" . "Pedimos a Juan Pablo II que continúe intercediendo desde el Cielo por todos nosotros y en especial por mí, a quien la Providencia llamó a recoger su inestimable herencia espiritual", indicó.

Finalmente, pidió "que la Iglesia siga sus enseñanzas y su ejemplo, continuando fielmente y sin compromisos su misión evangelizadora y difundiendo incansablemente el amor misericordioso de Cristo, fuente de paz verdadera para el mundo entero".

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