Nuestra Señora del Pilar
«Tú permaneces como la columna que guiaba y sostenía al pueblo en el desierto». María, asentada en el pilar de su basílica.-
Desde el siglo noveno, la piedad de los reyes y el pueblo entero para Nuestra Señora del Pilar. Señalada su fiesta por el Papa Clemente XII en el día 12 de octubre, los destellos de ese bendito Pilar irradiaron hasta el otro extremo del océano Atlántico, a donde en un 12 de octubre llegaba a bordo de las carabelas descubridoras, capitaneadas no en vano por la nao Santa María, «la luz de la fe».-
Cuando Pío XII, el 14 de febrero de 1958, concedía a todas las iglesias de España, Ibero América y Filipinas «la misa propia de la Bienaventurada Virgen María del Pilar», abrazaba en un lazo de hermandad de fe a un rosario de pueblos nuevos y viejos para que, con la unidad de un mismo idioma castellano, felicitaran una vez más a María «porque el Poderoso ha hecho grandes obras por ella» y le rogaran su intercesión para «permanecer firmes en la fe y generosos en el amor.-
Oración
. Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-
De todo lo dicho se comprende la gran responsabilidad que en la
celebración eucarística tienen principalmente los sacerdotes, a quienes
compete presidirla in persona Christi, dando un testimonio y un
servicio de comunión, no sólo a la comunidad que participa directamente
en la celebración, sino también a la Iglesia universal, a la cual
la Eucaristía hace siempre referencia.
Ecclesia de Eucharistia, n. 52
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