martes, octubre 11, 2005

El amor

Rara vez nos damos cuenta de que estamos rodeados por lo Extraordinario. Los milagros suceden a nuestro alrededor, las señales de Dios nos muestran el camino, los ángeles piden ser oídos; sin embargo, como aprendemos que existen "fórmulas y reglas" para llegar hasta Dios, no prestamos atención a nada de esto.
No entendemos que Él está donde le dejan entrar.

Las prácticas religiosas tradicionales son importantes; nos hacen participar con los demás en una experiencia comunitaria de adoración y de oración. Pero nunca debemos olvidar que una experiencia espiritual es sobre todo una experiencia práctica del Amor. Y en el amor no existen reglas. Podemos intentar guiarnos por un manual, controlar el corazón, tener una estrategia de comportamiento… Pero todo eso es una tontería. Quien decide es el corazón, y lo que él decide es lo que vale. Todos hemos experimentado eso en la vida.

Todos, en algún momento, hemos dicho entre lágrimas:
"Estoy sufriendo por un amor que no vale la pena."
Sufrimos porque descubrimos que damos más de lo que recibimos.
Sufrimos porque nuestro amor no es reconocido.
Sufrimos porque no conseguimos imponer nuestras reglas.
Sufrimos impensadamente, porque en el amor está la semilla de nuestro crecimiento. Cuando más amamos, más cerca estamos de la experiencia espiritual.

Los verdaderos iluminados, con las almas encendidas por el Amor, vencían todos los prejuicios de la época. Cantaban, reían, rezaban en voz alta, compartían aquello que San Pablo llamó la "santa locura". Eran alegres, porque Quien ama ha vencido el mundo, y no teme perder nada. El verdadero amor supone un acto de entrega total en la búsqueda de la Otra Parte.
Tarde o temprano tenemos que vencer nuestros miedos, pues el camino espiritual se hace mediante la experiencia diaria del amor.

El monje Thomas Merton decía:
"La vida espiritual consiste en amar. No se ama porque se quiera hacer el bien, o ayudar, o proteger a alguien. Si obramos de ese modo, estamos viendo al prójimo como un simple objeto, y nos estamos viendo a nosotros como personas generosas y sabias. Esto nada tiene que ver con el amor. Amar es comulgar con el otro, es descubrir en él una chispa divina."

TOMADO RESPETUOSAMENTE DE:
A orillas del río Piedra me senté y lloré
Paulo Coelho

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