La oración le conviene al hombre
Según el designio providencial de Dios, todo lo que existe tiene en sí los medios para llegar al fin para el que fue creado, según su naturaleza. También los hombres, para obtener lo que esperan de Dios, han recibido un medio conveniente a la condición humana. Esta condición quiere que el hombre se sirva de la petición para obtener de otro lo que espera, sobre todo si aquel a quien se dirige es superior. Por esto se recomienda a los hombres de orar a Dios para obtener lo que esperan recibir de él. Pero la necesidad de la oración-petición es diferente, según se espera alcanzar algo de un hombre o de Dios.
Cuando la petición se dirige a un hombre, tiene que expresar el deseo y la necesidad de aquel que pide. También tiene que tener el poder de inclinar el corazón del otro a la petición que se le hace. En cambio, en cuanto a Dios, estos dos elementos ya no tienen su lugar en la oración a Dios. No tenemos que inquietarnos manifestando nuestros deseos y necesidades, porque Dios lo sabe todo. Dice el salmista: "Ante ti, Señor están todos mis anhelos." (Sal 37,10) Y en el evangelio leemos: "Vuestro Padre sabe lo que necesitáis. (Mt 6,8) Tampoco es cuestión de insistir con palabras humanas, para inclinar la voluntad de Dios a querer lo que antes no quisiera, porque en el libro de los Números está escrito: "Dios no miente como el hombre, ni se retracta como los humanos..." (Nm 23,19)
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) teólogo dominico, doctor de la Iglesia
Compendium theologiae II, cap. 1
Cuando la petición se dirige a un hombre, tiene que expresar el deseo y la necesidad de aquel que pide. También tiene que tener el poder de inclinar el corazón del otro a la petición que se le hace. En cambio, en cuanto a Dios, estos dos elementos ya no tienen su lugar en la oración a Dios. No tenemos que inquietarnos manifestando nuestros deseos y necesidades, porque Dios lo sabe todo. Dice el salmista: "Ante ti, Señor están todos mis anhelos." (Sal 37,10) Y en el evangelio leemos: "Vuestro Padre sabe lo que necesitáis. (Mt 6,8) Tampoco es cuestión de insistir con palabras humanas, para inclinar la voluntad de Dios a querer lo que antes no quisiera, porque en el libro de los Números está escrito: "Dios no miente como el hombre, ni se retracta como los humanos..." (Nm 23,19)
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) teólogo dominico, doctor de la Iglesia
Compendium theologiae II, cap. 1
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